El parto del pacto, con mucho ruido

Como estaba previsto, las furias se echaron sobre el posible parto que ellas no deseaban. Tenían que abortar el pacto que abrió Pablo Iglesias, bien que a su manera; ante el que se desplomó Rajoy, embozado con los recursos de un trilero, y frente al que se quedaron, de repente, Pedro Sánchez y sus huestes, divididas y casi rotas ante la batalla.

Para calibrar el despliegue enemigo basta visitar El País. Otro editorial inequívoco, Penoso escenario, y cinco artículos de opinión firmados por los más representativos ideólogos de la nueva etapa del diario y pregonados desde la portada. Todos en formación, al completo. Las fuerzas del poder real, a la generala.

Para añadir mayor potencia de fuego al enemigo, la UE se ha sumado a la batalla. Sus amenazas, ya se ha demostrado, no son de artificio. Se advierte a priori, se ejecuta a posteriori. No habrá tregua. Ignorarlo será irresponsabilidad.

Toda la presión para el PSOE y, sobre todo, para su candidato, gritaban al unísono los tertulianos de la cadena que se jacta de explicar lo que quienes tienen voz quieren decir, como si ellos no supieran hablar y los otros no supiéramos entender. Nadie habló de la oportunidad de un acuerdo, de algún efecto positivo que pudiera producir el arreglo, de una mínima consecuencia favorable a determinados sectores de la sociedad, de algo más que la habitual banalidad de quienes se consideran conocedores de los arcanos de la política concebida como un juego de tronos y ambiciones. Como si sólo fuera o estuviera condenada a ser la lucha por el poder bajo las reglas que denunció Maquiavelo.

Difícil reto el de alumbrar un gobierno diferente al que ordenan quienes detentan la fuerza y la influencia. Los que se han lucrado con la crisis, los que rehuyen un discurso contra la desigualdad, los que rehusan explorar nuevas vías para redistribuir los recursos disponibles, los que se niegan a revisar los mecanismos de la acción política, los que creen haberlos renovado con la incorporación de algunos términos banales, los que… contribuyen a hacer muy difícil el parto del pacto.

No es solo cosa de Sánchez. Tampoco de Iglesias. Ni siquiera del PSOE o de Podemos. Estamos en una sociedad que dificulta el debate sereno. Y eso es imprescindible en los momentos más interesantes y más graves.

El ruido confunde. Lo saben, sobre todo, los que lo provocan.

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