El comportamiento sometido

th“Los genios del protocolo” cubrieron las estatuas desnudas que Rohani iba a encontrar en su recorrido por la ciudad de Roma para evitar que el presidente iraní sufriera “una revolución hormonal y rompiera los contratos”. Así lo contaba Massimo Gramelini en la portada de La Stampa (y así lo recoge Pablo Ordaz en su artículo Complacencia que ofende, en El País), para añadir que esa actitud responde a una forma de ser italiana: la que trata al huésped como si fuese el dueño, que se disfraza de “alemán con los alemanes y esquimal con los esquimales”, que “llama respeto al ansia típica de ser siervos por complacer a quienes los asustan”.

Equiparar el respeto con la complacencia a quienes nos asustan no es una seña de identidad italiana ni un error de los genios del protocolo, sino la expresión del comportamiento sometido, el que rige en un mundo donde 20111015-IMG_4246unos pocos deciden sobre la hacienda, el honor y la vida de todos los demás. Las estatuas encerradas en armarios no mostraban respeto, sino temor.

Cuando se reivindican a la baja los derechos de la mayoría, como si hubiera que reconocer la supuesta legitimidad de los bienes y el poder de los pocos, no es por respeto sino por temor a quienes firman los contratos.

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