Un globo, dos globos, tres globos…

Había crecido con esa musiquilla y pensó que sus hijos no merecían menos. El pequeño cumplía años y su marido encargó globos, eso dijo, por valor de 50.000 pesetas (algunos dice “de las antiguas pesetas”, como si hubiera, hoy por hoy, una posibilidad de que las pesetas no fueran antiguas). ¡Menudo fiestón para los críos! LOs globos no cabían la casa ni en el parque, ni siquiera el cielo daba a basto con tamaña abundancia de éter y colorín…

 … el mundo es un globo que se me escapó.

Un globo suelto, un globo libre, un globo aislado que se convirtió en un mundo. Los niños son así; sobre todo, los que pueden reunir 50.000 pesetas, de las antiguas, en globos dentro de un jardín. Sin embargo, porque las cosas son así, ese único globo se convierte en un mundo y por él empieza la inquietud, el desencanto, la frustración. La madre consuela a la criatura, el padre la tranquiliza: le promete dejar conducir uno de los coches de lujo que guarda en el garaje. “El que me regalaste ayer, no; aún no lo estrené”, sugiere ella.

 Un globo, dos globos, tres globos…

Los niños siguen a lo suyo sobre el césped, pero el protagonista de la fiesta global no se reintegra a los juegos sino que reclama a los chavales a visitar el garaje donde su padre guardan los automóviles, de los nuevos y de los antiguos. Se quedan atónitos… los otros padres. «Qué preciosidad», «Lo que yo daría…» y, al fondo, un susurro leve: «¿Tanto pagan en el ayuntamiento?». La madre, que lo oye, ataja la insidia: “Los globos cuestan muy poco y los niños disfrutan tanto…”.

 … el mundo es un globo que se me pinchó.

Los automóviles rutilantes desafían la armonía de la fiesta. Del asombro se pasa a la sospecha y del recelo al resquemor. El globo suelto, libre, aislado sigue su rumbo. Los que no participan del festejo escuchan algo parecido a una explosión. “Algún globo tenía que estallar”, afirma una de las chicas del servicio; «Me pareció algo peor», añadió otra. Tras un silencio, se oyó: «El mundo, que se pinchó». Cosas que pasan.

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