Cinco días de espera. ¿Para qué?

A partir de la carta en la que el presidente del Gobierno anuncia un periodo de cinco días para decidir su futuro político y personal se ha abierto un periodo de ansiosa espera.

– ¿Un golpe de efecto?

– Quizás.

– ¿Una decisión razonable?

– Quizás. Habrá que explicarlo.

Una reflexión previa: eso que ha dado en llamarse el clima político resulta insoportable desde hace ya demasiado tiempo. Pero esa realidad no es responsabilidad exclusiva de la derecha y la ultraderecha, aunque haya sido ella la que lo ha envilecido en mayor medida. El propio PSOE y el mismísimo Pedro Sánchez han contribuido a extender un clima democráticamente repugnante.

¿Entonces? ¿Qué ha ocurrido en los últimos días o las últimas horas? ¿Por qué, como parece, se han desbordado definitivamente las aguas? ¿Se trata de una llamada de atención a la ciudadanía o de una nueva manera de disputar la influencia y el poder?

Podría ser un aldabonazo. Estaría justificado si, más allá del resultado concreto, sirviera para reflexionar sobre la deriva que se ha instalado de manera casi irreversible en la vida pública. Debería serlo.

¿Será útil? Esta sociedad y la deriva que estos hechos ponen en evidencia no se ajustan al debate político convencional, ni son exclusivas de un entorno concreto o de un país determinado. Existe un contexto internacional que avala el disparate local.

Los medios de comunicación, los partidos políticos y el poder judicial están en entredicho. Los instrumentos más relevantes para una sociedad responsable son los que la socavan. Ya está bien de monsergas: la ciénaga afecta a todos ellos, aunque con desigual medida.

El compromiso ideológico, e incluso político, de buen número de jueces; la dialéctica implantada por los supuestos representantes de los ciudadanos, el encono recalcitrante para subvertir la ley, el encono en el debate parlamentario y el desprecio de los valores que deben soportar la convivencia -con las excepciones que confirman la regla– están a la vista.

¿Cabe pensar en un cambio de rumbo? A la vista de las actitudes mantenidas en los últimos días por los sectores conservadores, orientados por los agentes más extremos, no caben vías de acuerdo o de consenso. Al contrario. ¿Entonces? Al resto de la sociedad le cabe una respuesta: explicar, debatir con sosiego, priorizar los acuerdos, evitar las descalificaciones y proclamar la ejemplaridad de su conducta. Para que sean los ciudadanos los que decidan a favor del diálogo o del encono bajo su exclusiva responsabilidad.

¿Una iniciativa angelical y estúpida? Casi seguro, ineficaz. Pero que deje la deriva social, la reflexión y los votos, en manos de la ciudadanía, sin las excusas del todos son iguales o la disputa sobre el nivel de las artimañas.

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