
La fábrica del Gran Pacto sigue en sus trece. Presa del ataque de nervios, mantiene su presión, a palos y zanahorias, contra quienes amenazan la hegemonía de la influencia mediática que ha ejercido a lo largo de todo el periódico democrático, pese al progresivo deterioro de sus principios y su credibilidad.
Influída por la casta, ha seguido un proceso paralelo al de quienes gobernaron bajo su coerción o sus sugerencias, simultáneas o sucesivas. La contaminación ha sido recíproca, como suele ocurrir cuando se dan relaciones más próximas al contubernio que al respeto entre quienes tienen responsabilidades bien diferentes.
Tras el aluvión de la semana anterior, en la que hoy concluye no ha habido tregua.
Lunes 24. Santos Juliá suscribe un comentario demoledor: Mucha frase, ningún discurso. Aunque no exenta de afirmaciones veraces, la tribuna, por su tono y su planteamiento, tiene todo el aspecto de una diatriba.
Martes 25. En primera página se afirma que Podemos dice que hay una “campaña de infamia” tras las críticas a Errejón. En este asunto, el posible incumplimiento de Íñigo Errejón con el contrato suscrito con la Universidad de Málaga, el periódico prefiere ponerse de perfil: no se pronuncia y, cuando tira la piedra, esconde la mano. En páginas interiores se documenta el funcionamiento de la formación en Los círculos del descontento, un ejemplo de la línea argumental del periódico, que reduce los valores de la formación a la capitalización del enojo ciudadano.
Miércoles 26. Día de transiciòn. Apenas La Junta deja el caso de Errejón en manos de la Universidad y el consabido artículo de opinión descalificante; en esta ocasión, uno suscrito por Francesc de Carreras bajo el título ¿Sabemos?
Jueves 27. Interesante entrevista con Heriberto Cairo –decano de Políticas y Sociología de la Complutense, profesor y director de tesis de algunos de los principales impulsores de Podemos–, bajo un títular ambiguo: “Si Podemos tiene que cambiar el discurso para lograr sus metas, lo hará”. Además, una información de agenda: Podemos presenta hoy la base de su “plan de choque contra la crisis”.
Viernes 28. A por ellos: Podemos renuncia a sus propuestas económicas más radicales, se asegura en la portada, aunque en el interior el titular se centra en algo más concreto: Podemos modera su discurso al aparcar el impago de la deuda y la renta universal. Así se condensa la presentación, por parte de Pablo Iglesias, del documento elaborado por los catedráticos Vicenç Navarro y Juan Torres, a partir del cual la formación tratará de elaborar su programa económico. Como complemento, el artículo habitual, claramente hostil: Podemos en el país de nunca jamás, de José Carlos Díez.
Sábado 29. Con el documento encima de la mesa –es decir, sin excusa ni precipitación, con la obligación de haber leído el informe y las propuestas académicas–, el periódico se desmelena: Podemos busca crecer desde el espacio entre PSOE e IU se afirma en portada y en el interior se concreta de manera más contundente: Podemos diluye sus ideas en un proyecto de “Gobierno progresista”. El artículo, esta vez de Ignacio Torreblanca, no admite la menor condescendencia: Volver al pasado. Al opinador invitado, se suma otro recién regresado a la redacción, Javier Ayuso (exjefe de comunicación de la Casa Real y, con anterioridad, máximo responsable de la comunicacion del BBVA), que relaciona a Podemos y el principio de Arquímedes. Y por si faltaba algo, editorial al canto: Fuera de la realidad. Como para tener dudas sobre la neutralidad del medio.
Domingo 30. Fin del ciclo semanal. La portada y el desarrollo interior, a doble página, indica que Podemos ocupa el espacio del nacionalismo gracias a su ambigüedad. El artículo de José Luis Barbería resulta mucho más mesurado de lo que hace temer el titular. Luego, la defensora del lector, Lola Galán, firma De la duquesa de Alba a Podemos, para confirmar que más de un lector se ha quejado de la actitud informativa del periódico en torno a Podemos. No hay manera de ocultarlo.
Tras un ejercicio de malabarismo harto superficial y acrítico, concluye: “Entiendo las quejas de los lectores, pero quiero recordarles que el periódico es soberano en lo que a su línea editorial se refiere. Y tiene el derecho y el deber de ejercer la crítica, por supuesto basada en argumentos y no en descalificaciones”.
Pues, no. Alguna descalificación ha habido. Y sobre todo, un planteamiento mucho más político que periodístico. Ni una sola voz nítida para explicar la evolución de la formación, su presumible voluntad de un trabajo analítico o la asunción de contradicciones para alcanzar una línea autónoma, ajena a los poderes reales que tan bien representa el periódico.
En el fondo, es lo mismo, tampoco eso importa a la defensora del espectador (oficialmente no defensora del director), porque, a su juicio, la dirección del periódico no tiene que dar cuenta de su línea editorial. Ese era el tema central planteado por los lectores, a los que la defensora del lector replica con el clásico “ajo y agua”. Porque, según ella, aquí manda quien manda y piensa como piensa…
Quizás no pueda comprender que su actitud invita a pensar definitivamente que Podemos no es el demonio, sino la constatación de que el demonio existe.
