La justicia del deslenguado

Javier Rodríguez, “el consejero que hablaba demasiado”, ha sido cesado por el presidente de la Comunidad de Madrid por culpa de su facundia deslenguada.

Si se tiene en cuenta su condición de jefe de la unidad de hipertensión del hospital Gregorio Marañón, ¿cabe la posibilidad de que su proceder solo fuera una invitación a la ciudadanía a pasar por su consulta? ¿Quién, ante tanto despropósito, no ha sentido mareos, vértigos, como si se le hubiera disparado la tensión? Javier Rodríguez animaba así a provocar síntomas para que los incautos de su estado hipertenso se vieran forzados a solicitar cita y chequeo en su consulta.

Todo lo demás, maledicencia. Incluida la del presidente madrileño, que tomó la decisión de cesarle, en realidad, para evitar el incremento de las listas de espera, aunque él no entienda por qué están tan mal considerado algo que él ni siquiera utiliza.

Las interpretaciones del caso son tan sesgadas como las que se hacen a propósito de la decisión de las autoridades chinas de dejar de extraer órganos de los presos ejecutados para trasplantes. Sin comprender que hasta ahora solo lo hacían para evitar molestias a los donantes… Pero el personal se pone como se pone y acabamos de disparate en disparate.

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