
Cada vez que se habla de inteligencia emocional cabe pensar, por un lado, en manipulación y, por otro, en sometimiento.
También en la legítima defensa de quienes rechazan someterse a los deseos e intereses de otras personas impuestos mediante procesos articulados sobre emociones, dicotomías o estereotipos…
La inteligencia, más allá de las reacciones naturales, espontáneas o aprendidas, reclama la razón, el argumento, la complejidad e incluso la contradicción.
