
Van de tontos. Agudizan el ingenio para cometer tropelías. Sin enterarse. Ignoran la verdad y la ley. Sentados ante un tribunal, carecen de memoria e incluso de raciocinio. Repiten: no sé. Buscan la indulgencia que merece el imbécil, donde no cabe la responsabilidad. O no estaban allí o no se enteraban de que estaban. Van de tontos. ¿Lo son?
Nos tratan como tontos. Mienten para que les creamos. Descubrimos, tarde, que eran golfos. Cada vez que se justifican nos insultan. Nos siguen tratando como memos. Siguen gobernando con el mismo patrón. Esquivan las preguntas o las responden mediante subterfugios y mentiras. Dicen lo que nadie les reclamó. Y se felicitan por su transparencia. Como si fuéramos imbéciles, como si careciéramos de responsabilidad.
Los votamos. Somos tontos.
