Este papa ha querido desconcertar en sus últimos días.
Mandó al Espíritu Santo al retiro y empezó a decir cosas inteligibles: “Las aguas bajaban agitadas, el viento soplaba en contra, y Dios parecía dormido…”.
Así se entiende lo que pueden pensar los desahuciados, los que soportan el asedio de pederastas, banqueros, traficantes de poder, báculo o mitra.
¿Un papa ateo? Ha habido muchos. Ya lo dijo un ilustre mitrado que paseaba por el Vaticano: “aquí, lo difícil es encontrar a alguien que crea en Dios”. Se desengañan los unos a los otros. Algunos tardan mucho en convencerse. También los hay que llegan aprendidos.
A este papa, le costó lo suyo, pero, desde que decidió irse, se le nota más relajado. En un rato tendrá permitido equivocarse. ¡Que lata la obligación de ser infalible!
Son las ocho. Non habemus papam. Benedicto XVI ha muerto. Joseph Ratzinguer ha resucitado.
– Cuídese mucho, Susan, le ha despedido una monjita. Las aguas bajan agitadas, el viento sopla en contra, Dios duerme…
– ¿Así seguimos?
