
Desde el mes de agosto hasta hoy. Fue un propósito, hoy se puede decir, cumplido, aunque a costa de las llagas que acumula la lengua de tanto morderla para reprimir las ganas de desahogar razones y sentimientos en medio del fango.
Resumo este periodo en un epitafio (¿será adecuado este término?):
«¡Qué ganas de que pase el 27! / ¡Qué pereza que llegue el 28!
