Todos negros, sin saberlo

Achille Mbembe es un historiador camerunés, teórico del poscolonialismo y autor Crítica de la razón negra. Ha ejercido como profesor en Yale y Columbia- Según él, la apertura económica, financiera y tecnológica no ha estado acompañada de la libre circulación de personas, sino de la reinvención de todo tipo de fronteras que demuestran que lo que hoy mueve el mundo es el deseo de apartheid.

Álex Vicente le entrevista en El País. Invita a pensar. Estos son algunas de sus respuestas:

R.- Hoy todos somos negros en potencia. Somos susceptibles de ser tratados como un objeto. Durante el advenimiento del neoliberalismo, la distinción entre blancos y negros quedó abolidade facto. La economía capitalista designa que una parte de la población es superflua. Y luego la trata como tal, sometiéndola a riesgos mayores que al resto —como los ciudadanos de Flint, que bebieron agua contaminada durante años—; exterminándola en guerras; o metiéndola en prisiones, instituciones privatizadas en muchos lugares, que deben generar beneficios.

Apartheid-de-Africa-600x274P.- ¿Hay formas de discriminación más insidiosas?

R-Por supuesto. Las peores tal vez sean la negligencia y la indiferencia, disimuladas bajo el vocabulario pomposo de la cultura empresarial. En la fase actual del capitalismo, el Estado social está vacío. Cada uno es “empresario de sí mismo”, y si le van mal las cosas, solo cabe echarse las culpas a uno mismo. Esa negligencia invisible se legitima con un discurso centrado en la responsabilidad personal. En los 70, a través de mecanismos ideológicos nos convencen de que ser moderno es ser neoliberal y esta política se impone.

P.- Escribe que Europa ha dejado de ser el centro del mundo y hoy es “una provincia”. ¿Es este el origen del actual rebrote de xenofobia?

R. La xenofobia es una consecuencia de esa pérdida de poder y de ese repliegue: se decide purgar todo lo que pueda ser percibido como una amenaza. Así se da rienda libre a una serie de pulsiones que la sociedad deja de reprimir. Emerge un racismo nuevo, que no solo tiene que ver con criterios étnicos, sino con una opresión y un aplastamiento de los que son más débiles que uno. Se trata de un racismo libidinal. En esa opresión del otro se produce un goce, cosa que tiene su importancia en un tiempo totalmente depresivo. Por eso, hoy todo el mundo se busca a su propio negro. El racismo se ha instalado incluso en la cultura del espectáculo. La estigmatización del musulmán, por ejemplo, se ha vuelto un motivo de risa.

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