Woody Allen a la francesa

«París-Manhattan». Sophie Lellouche, 2011

 Con algo de retraso llega hasta nosotros el primer largometraje de la realizadora francesa Sophie Lellouch, todo un homenaje a la figura y el cine de Woody Allen, pero también un reto difícil de superar. En él, Alice Ovitz es una joven inconformista y desenvuelta, de familia judía, cuyo padre la dejará pronto a cargo de la farmacia que regentaba y donde ella, además de medicamentos y remedios más o menos caseros, dispensa a sus clientes películas del cineasta neoyorquino y de otros maestros clásicos. Porque se confiesa una fanática de éste, desde que la contemplación de sus filmes cuando era adolescente cambió su vida para siempre, según confiesa con orgullo. De hecho, tiene una foto de gran tamaño en su habitación y habla con ella, como hacía el propio Allen con Humphrey Bogart en Sueños de seductor (Play it Again, Sam, de Herbert Ross, 1972), que le contesta con frases extraídas de sus filmes.

Mientras su familia se empeña en buscarle marido cuanto antes, pese a que su hermana Hélène le quitó hace años el novio que ella consideraba el hombre de su vida, Alice mantiene relaciones más o menos esporádicas con varios hombres, sin preocuparse en absoluto por su soltería y mucho más pendiente de aplicar la filosofía de su ídolo a las distintas circunstancias de su vida cotidiana. Cuando conoce a Victor, propietario de una pequeña empresa de fabricación e instalación de pintorescas alarmas de seguridad que él llama clorofórmicas, ella se deja llevar por ese nuevo contacto, engañando a Pierre, que cree que es su novio, y provocando situaciones familiares más o menos divertidas, siempre relacionadas con la filmografía de Woody Allen, que aparecerá personalmente al final de la película.

El planteamiento de París-Manhattan no deja de tener su gracia, como homenaje rendido de una directora francesa a un autor que ha sentado cátedra en el cine contemporáneo y que tradicionalmente era mejor acogido en Europa que en sus Estados Unidos de nacimiento. De hecho, cuando entre los primeros títulos de crédito observamos el lomo de un libro de «Ensayos psicoanalíticos» de Sigmund Freud, y pronto empiezan las alusiones a la música de Duke Ellington o Cole Porter, intuimos ya con claridad los derroteros por los que va a circular la cinta y su afán de darle una pátina de alta cultura a lo que en el fondo no es más que un divertimento para cinéfilos y amantes de las citas y referencias cuya enumeración sería interminable.

El gran problema, sin embargo, es que hace falta el talento de Allen para construir los diálogos de sus películas, y la verborrea incontinente de los personajes del filme de Sophie Lellouche se queda muy por debajo de ese listón, resultando plana, reiterativa e irrelevante en buena parte del largometraje. Por mucho que una cámara caprichosa ensaye constantes acercamientos y alejamientos al rostro de los personajes y las secuencias se acumulen sin demasiado orden y concierto al compás de unas melodías agradables pero que no logran darle profundidad al conjunto. De la misma manera que los chistes frecuentes y algo desvaídos no consiguen hacer de París-Manhattan la comedia que sin duda quería ser. Y que acaba con el toque inconfundiblemente francés de un carrusel de giros de cámara ralentizada en torno a los protagonistas, que recuerda sin remedio a aquella orgía de almíbar pseudo-romántica que fue Un hombre y una mujer (Un homme et une femme, 1968) del egregio Claude Lelouch, de infausta memoria.

A destacar, no obstante, junto a la banda sonora, el indudable encanto de Alice Taglioni en el papel principal, que sostiene con su presencia la mayor parte del metraje, flanqueada por dos feos oficiales como Patrick Bruel y Louis-Do de Lencquesaign, más el veterano Michel Aumont, representando al padre judío y tradicionalista de la primera. Poco para una obra que aspiraba a ser nada menos que la versión francesa del cine de Woody Allen.

 

FICHA TÉCNICA

Dirección y Guion: Sophie Lellouche. Fotografía: Laurent Machuel, en color. Montaje: Monica Coleman. Música: Jean-Michel Bernard. Intérpretes: Alice Taglioni (Alice), Patrick Bruel (Victor), Marine Delterme (Hélène), Michel Aumont (padre de Alice), Marie-Christine Adam (madre de Alice), Louis-Do de Lencquesaign (Pierre), Margaux Châtelier (Laura), Woody Allen. Producción: Vendôme Production, France 2 Cinéma y SND (Francia, 2011). Duración: 77 minutos.

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