Ya lo decía yo

Contribuyeron a que Mubarak (y otros muchos de su calaña, pero no es el día) permaneciera durante décadas en su sillón. En ningún momento expresaron el más leve desapego respecto del régimen que aportaba estabilidad a Israel en una región mucho menos colaboracionista. Jamás le llamaron tirano o dictador. Ni siquiera apuntaron la conveniencia de una apertura del régimen, porque nunca insinuaron que su poder despreciara los derechos humanos o conculcara la voluntad de su pueblo.

De golpe y porrazo, llevan varios días mostrándose a favor de la salida de rais. Lo reclaman con énfasis cuando se les pone un micrófono delante. Y cabe anticipar que, una vez alcanzado su objetivo, nos harán saber que fueron ellos los responsables de esta explosión de libertad en el mundo árabe.

Dentro de un tiempo no demasiado largo nos explicarán que ellos propiciaron otro rumbo y disertarán sobre las causas del fracaso. Seguirán siendo gente importante.

(Su desfachatez esconde la estulticia de otros muchos, menos despreciables, que se nos ofrecen como hermeneutas de un discurso que no entienden. No tienen remedio. Lo hacen a diario sin pudor tratando de orientar a los ciudadanos desorientados. Y así nos va).

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