
Hacen una encuesta en la tele: cuénteme, inquiere el reportero, qué imágenes guardará en su memoria del año 2016.
Me traslado el interrogante.
Buceo en el panorama social: millones de refugiados, más millones de pobres muertos, Trump… Me dolió especialmente la madrugada del referéndum en Colombia. Otra respuesta incomprensible a preguntas taimadas.
Reviso en mis aficiones, mis actividades o mis empeños. Recuerdo la presentación en Matadero de Las Hurdes, tierra con alma. Por volver a encontrarme con un equipo al que, en la mayoría de los casos, admiro y quiero. Y además por un hecho que consiguió azorarme: la presencia tan sigilosa como amable de Basilio Martín Patino (la emoción me traicionó, me puse en el centro de la fotografía, como su mujer quiso, pese a que en aquel acto sólo él podía estar en el centro).
Sin embargo, la imagen más íntima (en realidad fueron numerosas secuencias de una intensidad desbordante hasta la pena de este momento en que escribo) sucedió en Milán, en un centro llamado Vidas porque en él se hace apacible, incluso dichosa, la muerte. Aunque la memoria no esconda buenas dosis de tristeza.
(Extraído de Diario de diario)
