
La vida y la memoria han conducido a la señora Pawli al desvarío. Bruno, un adolescente enojado con sus circunstancias, descubrirá a través de su relación con la anciana, que la felicidad requiere un compromiso con el pasado. Esa lección vital se desprende del último relato de Juan Marsé, Noticias felices en aviones de papel, publicado por Lumen, con ilustraciones de la salmantina María Hergueta; pero esa especie de moraleja resulta irrelevante frente a la emoción de una narración llena de matices y, sobre todo, de ternura.
En esta novela corta, de apenas 90 páginas, incluidas las ilustraciones, Juan Marsé aglutina algunas de las líneas maestras de su obra, entre las que se cuela un hecho novedoso: la ficción en este caso fluye hacia una realidad que transforma la historia en una especie de alucinación de ida y vuelta. El armazón de la novela se basa en unos pocos personajes sencillos y sugerentes, tiernos y cercanos. Ellos soportan un relato lleno de matices: sobre todos, la señora Pawli y Bruno, pero también el padre y la madre del muchacho y, en menor medida, la hija de la vieja y los dos chicos de la calle, tan secundarios como centrales en el juego que esta vez propone el escritor barcelonés.
Juan Marsé en esta ocasión no recurre a sus característicos aventis, porque, en realidad, esta obra podría ser en sí misma una de esas bellas digresiones que al autor le gusta entrelazar en sus novelas. En esta ocasión, concebido como un relato completo y autónomo, pleno de sentimiento y cariño por sus personajes y, en consecuencia, por la narración. La ternura inunda la obra y el lector acepta que, pese las peculiaridades de cada uno, todos los protagonistas merecen su cariño.
Juan Marsé ha escrito Noticias felices en aviones de papel al tiempo que avanza en su próxima novela. Los adictos a Marsé debemos agradecer este entremés que aligera la espera con un relato que solo tiene de menor su extensión. Una novela cargada de aliento poético.
