«Spotlight». Tom McCarthy, 2015

PERIODISMO DE INVESTIGACIÓN CONTRA PEDERASTIA ECLESIÁSTICA

316410.jpg-r_640_600-b_1_D6D6D6-f_jpg-q_x-xxyxxTres temas se imponen a la hora de comentar este quinto largometraje de Tom McCarthy, autor, entre otros, del excelente The Visitor (2007). Ante todo, su asunto de fondo, que es el gravísimo problema de la pederastia enquistada en el seno de la iglesia católica y cuyas jerarquías la han ocultado obstinadamente por los más variados procedimientos, en vez de entregar a los culpables a la justicia ordinaria, que es su único destino posible, pasando en algunos casos por la consulta de un psiquiatra, más para explicar el trastorno que puede subyacer a tan deleznables conductas que para justificarlo o restarle culpabilidad.

En este aspecto, la película muestra tanta lucidez como contención expositiva y ausencia de un afán morboso al que era tan fácil ceder en muchos momentos. La presentación de varios adultos que en su día sufrieron abusos sexuales por parte de sacerdotes y que hoy muestran las huellas de aquel hecho que condicionó brutalmente sus vidas es emocionante pero no carga las tintas, limitándose a mostrar su situación y resumir sus historias. En paralelo, las figuras del cardenal que estaba al frente de la archidiócesis de Boston donde ocurrieron los hechos, de las fuerzas vivas católicas dominantes en la ciudad y de los numerosos abogados e intermediarios a los que recurrió la iglesia para esconder los hechos, a veces mediante una vergonzante compensación económica a los afectados, están tratadas también con una distancia que pone aún más en evidencia su cinismo y lo retorcido de sus planteamientos. Y en este punto hay que hacer alusión a otro 534163.jpg-r_640_600-b_1_D6D6D6-f_jpg-q_x-xxyxxtítulo reciente que abordaba el mismo problema desde una perspectiva diferente pero igualmente crítica y estremecedora: El club (2015), del chileno Pablo Larraín.

El segundo tema de gran interés en Spotlight, que constituye en realidad su núcleo mismo, es la descripción pormenorizada del trabajo del equipo de cuatro periodistas del Boston Globe que respondía a esa denominación y que, impulsados por el nuevo director, Martin Baron –el filme se basa en hechos y personas reales, que recibieron por ello el Premio Pulitzer en 2003, y trata de reflejarlos con la mayor precisión posible–, se lanzaron a rastrear con paciencia y dedicación infinitas las huellas de la pederastia eclesiástica sin permitir que nada los distrajera de su misión, ni siquiera el ataque contra las Torres Gemelas, que conmovió al mundo y polarizó la atención de los medios mientras ellos se empeñaban en seguir adelante sin desmayo.

172985.jpg-r_640_600-b_1_D6D6D6-f_jpg-q_x-xxyxxEn unos tiempos como los actuales, cuando el noble concepto de periodismo de investigación está siendo mancillado por tantos intereses que pretenden disfrazar de tal las peores prácticas de amarillismo de toda índole, a la caza de lectores cada vez más renuentes, pero sobre todo al servicio de los poderes fácticos a los que obedecen con descaro, conforta ver el tratamiento que da esta película a los reporteros y su tarea, sin glorificarlos como héroes, sino presentándolos como personas normales, entregadas a su trabajo pero no exentas tampoco de algunos defectos que se muestran sin afectación.

Y por último, aunque este aspecto está ya implícito en los dos anteriores, sobresale la factura misma de la película, desde un magnífico guion, que va progresando equilibradamente paso a paso, avanzando pistas e hipótesis que pronto se confirman o desmienten para no jugar con el espectador, hasta un montaje pausado, que aunque alterna 517530.jpg-r_640_600-b_1_D6D6D6-f_jpg-q_x-xxyxxlos diversos frentes de la acción, huye de ese frenesí apabullante que lastra tantos largometrajes actuales, pasando por unas interpretaciones espléndidas, contenidas y bien coordinadas mediante una encomiable labor de dirección, sobre todo teniendo en cuenta que algunos de los actores que intervienen se han caracterizado en ocasiones por la tendencia a sobreactuar en distintos papeles. Tom McCarthy y su coguionista Josh Singer son conscientes de que tienen entre manos un material precioso, y lo trabajan con mimo para sacarle todo el partido posible, tanto desde el punto de vista crítico, de denuncia, como desde el estrictamente cinematográfico. Un ejemplo admirable de acercamiento a una realidad pavorosa, sin aspavientos y con la convicción de estar rindiendo un servicio a la sociedad, como lo demuestra ese rótulo final que relaciona la multitud de casos similares sacados a la luz a raíz del tenaz esfuerzo del equipo de Spotlight. Y una muestra preclara en la que los conceptos tradicionales de fondo y forma se funden armónicamente y se potencian uno a otro de forma admirable.

 

FICHA TÉCNICA

Dirección: Tom McCarthy. Guion: Tom McCarthy y Josh Singer. Fotografía: Masanobu Takayanagi, en color. Montaje: Tom McArdle. Música: Howard Shore. Intérpretes: Mark Ruffalo (Mike Rezendes), Michael Keaton (Walter Robinson), Liev Schreiber (Marty Baron), Rachel McAdams (Sacha Pfeiffer), John Slattery (Ben Bradley), Brian d’Arcy James (Matt Carroll), Stanley Tucci (Mitchell Garabedian), Jamey Sheridan (Jim Sullivan). Producción: Anonymous Content, First Look, Participant Media, Rocklin/Faust (Estados Unidos, 2015). Duración: 128 minutos.

 

Ver todas las críticas de Juan Antonio Pérez Millán. 

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