Antídoto contra el ridículo

El periódico dominical acumula sugerencias que voy relacionando.

Para empezar, una dosis de realidad que, hace tan solo cuatro día, podía parecer de ciencia ficción. Vicente Verdú describe la manipulación populista a través de las redes y los algoritmos en El auge y la caída de los gurús del tecnopopulismo. ¿El fin de un ciclo?

Frente a esta realidad ineludible adquiere el máximo valor El rearme del humanismo que reclama Rafael Argullol. La asignatura siempre pendiente y cada vez más necesaria.

Las buenas intenciones (o los buenos deseos navideños) no sirven, pero todo se relativiza al caer en la cuenta de que el universo en que habitamos ha cumplido 13.800 millones de años y que, como explica Nuño Domínguez, para nuestra tranquilidad, Una máquina del tiempo busca el “amanecer cósmico”.

Somos pura insignificancia. Cabe creer en un dios omnipotente, sabedor y gobernador de todo lo existente, pero ¿hasta el detalle de conocer esa micromota de polvo que somos cada uno de nosotros?

Se recomienda buscar otras explicaciones o comprender por qué este mundo está fuera de la mano de dios, que son dos maneras de decir lo mismo.

Solo se atisba una salida, aceptar la insignificancia y dotarla de un sentido colectivo para salvarla, y salvarnos, de un ridículo… cósmico.

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