
Buscaba un denominador común a los comentarios de cada día, una idea motriz o un hilo conductor de la mayor parte de los escritos muestra este lagar de ideas y aparecieron unas líneas escritas sin la pretensión que ahora encontraban.
Compruebas que todo te remite al fracaso, a la derrota de innumerables ciudadanos que se mueven a impulsos de su propia depresión. Que ya no hay locos, porque estos tiempos parecen suceder a otros, también tristes y turbios, que reflejaba León Felipe. Ni locos ni epopeyas. Nos han robado el presente y la esperanza.
Y te preguntas: ¿Cómo entender a esta sociedad líquida? ¿Desde el pensamiento débil? ¿O aquí sólo cabe el grito porque esta no es más que una sociedad histérica, que sólo se explica y se entiende así, neurótica?
La única fuerza transformadora surgirá de la rabia.
Ahora estas líneas aparecen como introducción a las anotaciones más recientes incorporadas a este espacio de vivencias y recuerdos. No durarán mucho. Permanecerán otras reflexiones, más brillantes o más lúcidas.
Casualmente hoy encuentro algunas reflexiones sobre el presente o la realidad de España del último premio Cervantes:
“Me produce zozobra creciente. Estamos en n camino tenebroso. No se sabe qué ocurrirá mañana que no haya pasado ya. Son los umbrales de la catástrofe”.
Luego llego a unas líneas de su último poema, de los tres mil versos de Entreguerras, entre autobiográfico e irracional:
“un escritor conjura desaloja los congénitos miedos que lo hostigan / y un día de improviso decide sin otro sustentáculo que la perplejidad / una aproximación vehemente a las premisas más residuales de la evocación / una forma distinta de desorden frente al temor final al extravío”
José Manuel Caballero Bonald, enojado y brillante, explica así el profundo valor de la rabia en el territorio y el tiempo que ha vivido.
los congénitos miedos
la perplejidad
la aproximación vehemente
una forma distinta de desorden
el temor final al extravío…
De eso queremos/tenemos que hablar.
