
En los últimos años nos hemos visto impelidos sucesivamente a ser epidemiólogos, vulcanólogos, meteorólogos… para simular que entendemos lo que en realidad escapa a nuestros saberes concretos y limitados.
El colmo ha llegado ahora, cuando nos vemos impelidos a ser juristas expertos en el ámbito penal o constitucional para simular que entendemos el absurdo en que vivimos, donde políticos y jueces disputan su función y su poder, donde el Parlamento es un guirigay que se traslada a una sociedad reducida al estruendo, donde las mayores refutaciones acosan, sobre todo, a los más razonables o a los simplemente cuerdos…
Exigidos por tantos saberes inaccesibles y tamaño griterío, la sensatez se ha convertido en artículo de lujo.
Nota. Con estas opiniones rondando mi cabeza leo ¿Quién puede gobernar España?, un artículo de José María Ridao publicado en El País.
