
He seguido algunos escritos mayores de Daniel Vázquez Sellers (Flores negras para Michael Roddick o El intruso) y otros menores: artículos periodísticos y gastronómicos. Sin estar advertido de su nuevo relato, me encontré en la librería con Si levantara la cabeza y sentí curiosidad por la boutade de partida: un Franco clonado reaparece en la política española casi cuarenta años después de haberle dado definitivamente por muerto. La contraportada hablaba de la “fantasía más apoteósica”, con la que “se exorcizan peligros no tan lejanos”, y de un relato desternillante, que impulsa al lector a llegar hasta el final sin un respiro.
Habiendo cumplido a rajatabla la lectura precipitada y el deseo de llegar al término, temo que esa velocidad ha respondido más al deseo de sacudirme de encima esta ópera bufa que a su propio interés. Puede tener sentido, incluso en tono sarcástico, sacudir los fantasmas que aún pululan en la sociedad española provenientes de aquella época; porque esta sociedad conserva muchos elementos incomprensibles cuando se desvanece la memoria de aquel régimen, con sus herederos, deudos y beneficiarios en lo ideológico, lo económico, lo religioso o lo que sea.
Pero Daniel Vázquez prefiere el disparate, el relato caricaturesco, la burla berlanguiana (aunque mucho más anacrónica) para ajustar cuentas con el pasado e incluso con otras cuestiones más cercanas. Fuera de la idea central, apenas se encuentran pequeños apuntes de ingenio y una narración eficaz, pero cabe esperar mucho más de un autor capaz de mayores alientos. O sea una ópera bufa, más próxima al sainete que al esperpento, sobrada de brochazos gruesos y falta de agudeza.
De Vázquez Sallés siempre he esperado más. Tal vez porque sea incapaz de borrar la sombra y la ausencia que evoca.
