
Toda la política económica pasa por el debate sobre la distribución de los ingresos a las arcas públicas y del reparto del gasto en función de las necesidades de los ciudadanos. Sin embargo, nunca aflora en ese debate una cuestión central: la legitimidad de la herencia, fuente principal de la desigualdad. (Véase, por ejemplo, Thomas Pickety. El capital en el siglo XXI).
Curiosa y significativamente en España esa cuestión, la tributación por sucesiones y donaciones, la gestionan las comunidades autónomas. Basta ver el tipo impositivo aplicable en cada uno de dichos feudos para saber de qué va cada cual.
Y en qué consiste en progreso a juicio de unos y otros.
